La muerte y resurreción de Cristo - Parte 1
- Francisco González

- May 2
- 2 min read
La Biblia declara con claridad: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Aunque la muerte ha sido parte de la experiencia humana desde el pecado de Adán y Eva, no fue el plan original de Dios. Solo Dios posee la inmortalidad por naturaleza. La esperanza del ser humano no se encuentra en su propio poder, sino en la promesa de resurrección que se encuentra en Cristo Jesús.
La muerte, según las Escrituras, es un estado de inconsciencia. No es un viaje inmediato a otro mundo ni una experiencia activa. Es un sueño del cual los justos despertarán cuando Cristo regrese en gloria. Ese día, los muertos en Cristo resucitarán, y los vivos serán transformados; y juntos, irán al encuentro del Señor. La muerte y la resurrección según la Biblia de Jesús nos da la esperanza de un nuevo mañana.
¿Qué dice la Biblia sobre la inmortalidad?
La inmortalidad no es una cualidad del ser humano. En toda la Biblia, nunca se describe al alma humana como “inmortal”. De hecho, se nos dice que Dios es el único que tiene inmortalidad (1 Timoteo 6:16).
La vida humana es frágil:
“Ciertamente es neblina que aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” Santiago 4:14
“Se acordó de que era carne, soplo que va y no vuelve” Salmo 78:39
Dios creó al ser humano con la posibilidad de inmortalidad condicionada a la obediencia. Pero tras la desobediencia, el acceso al árbol de la vida fue prohibido (Génesis 3:22).
El origen de la muerte
Satanás mintió a Eva diciendo: “No moriréis”, pero Dios había dicho: “Sí, moriréis”. La muerte, entonces, es el resultado directo del pecado.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Romanos 5:12
Dios, en su misericordia, no ejecutó la muerte inmediata sobre Adán y Eva, sino que proveyó un sacrificio sustituto: el primer cordero.
¿Hay esperanza?
¡Sí! Aunque nacemos mortales, la Biblia nos anima a buscar la inmortalidad (Romanos 2:6–7). Esta esperanza está centrada en Jesús, quien abolió la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2 Timoteo 1:10).
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” 1 Corintios 15:22
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” 1 Juan 5:12
La resurrección
Jesús habló de una hora venidera en la que “todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (Juan 5:28–29). Habrá una resurrección de vida para los justos y una resurrección de condenación para los impíos. La segunda resurrección ocurrirá mil años después de la primera.
Si Cristo no hubiese venido, la humanidad no tendría esperanza. Pero gracias a su sacrificio, no solo anuló la sentencia de muerte, sino que nos ofrece el don precioso de la inmortalidad. ¡Hay vida más allá de la muerte, y está en Jesús!


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